Quizá sea tan simple
como rehacer un nido
como lo hace ese ave en aquél árbol.
O tan complicado como decir que no,
que debe existir un límite,
hasta que el otro lo entienda y acepte.
Pero la lluvia tiene esa persistencia
de invitarnos a salir
(vestidos o no)
a danzar bajo ella,
olvidándonos de su edad
y de que ya está contaminada.
Que la esencia de lo que
eufóricamente sentimos escurrir
dentro de nuestra garganta,
ya ha dejado de ser natural,
que ya ha perdido la libertad,
y que ya no rezuma mucho de esperanza,
ni sobre los campos,
ni sobre nuestras cabezas.
Y que nada ni nadie
ha podido evitar
su sufrimiento de mártir,
su destino de lluvia ácida.
Quizá sea tan simple o tan complicado,
impulso esencial,
claroscuro,
como cerrar los ojos,
como arrojar una moneda al aire
rogando que sea cara,
o seca,
y que más allá
de una fútil apuesta,
una vida valga la pena.
D.O.V.
Esperanza, 1-11-2023