viernes, 23 de septiembre de 2011

Naturaleza

Al mirar hacia el techo y descubrirla, me compenetré de la araña: Pendiendo de un hilo sobre el vacío, vulnerable. Fue inevitable pensarla como depredador, hasta que reparé en sus cuatro pares de ojos. La imaginé obligada a observar cuatro, o tal vez, ocho mundos iguales al mío. No impedí su descenso hasta el piso. Digamos que le perdoné la vida.
D. O. V.

Puntos de vista

Que si “podría apagar el cigarrillo, por favor”, dijo ella. Lo hice, pero no me gustó su tono: como si este “señor yo” fuese ciego, o un bicho raro tipo terrorista fumando un arma biológica. ¡Claro! Seguro me sentiré responsable de su futuro cáncer. Y mi conciencia se ampliará y comenzaré a preservar el medio ambiente. Y afirmaré que el reciclaje es impoluto. Y haré de cuenta de que esto no es una plaza. Y por supuesto, que no encenderé otro ahora que se fue.
D. O .V.