lunes, 17 de enero de 2011

¡Quién ilumine a la luna..!




¡Quién ilumine a la luna
y no la deje
que parezca a un ojo entrecerrándose;
ganado por la sombra;
vencido por el peso;
agotándose como el suero
allí en tu brazo!

Voy a ponerme lentes
que me impidan ver
tus palabras esfumándose.
Casas que marchitan su luz
a espaldas de la ciudad en madrugada.

Quiero tener sed todavía
y beber de tu vino
por más tiempo.
Y también de tus licores
de entrecasa,
de aroma indefinido,
(de cabeza hueca).

Quiero ser el carcelero
para que no escapes
detrás del vuelo de una nube
como verdugo de sol,
algodón de muerte,
bostezo de la tierra helada.

Nadie conoce la verdad.
Pecan de placebos.
Nadie quiere saber
de su destino.
Y por el tuyo,
que se agota y se derrama,
no quiero darte lágrimas
cayendo en ondas
de años transcurridos.

No quiero tu pasado todavía.
No quiero recordarte como eras.
No quiero la tierra abonada con tu cuerpo,
puntal de hojas,
que serán dispersadas por el viento.

Quiero que dependa de vos.
Y sigas creciendo
corazón, alma, sentimientos.
Crezcas como la hierba
que se poda y reverdece
con el claro signo de aferrarse.
Que ignores la resignación.
Que te olvides del cielo.
Que no vueles.
(Que busques tu asidero entre nosotros
sea tierra, arena o piedra para quedarte).

Y luego riega tu desgana.
Olvida a los médicos,
ciegos a su juramento
de Hipócrates a hipócritas,
de esclavos de riquezas,
consortes de laboratorios
que usan a la Ciencia
para traficar sus ansias de dinero.

Piensa en la vida
con todos sus bemoles.
Has un balance de madre
y de futuro.
Madre que sueña con sus nietos;
madre porvenir
recibiendo título de abuela.

Piénsalos, aférrate;
ellos te buscan del otro lado de los sueños.
Detrás de la bruma de tus órganos.
Detrás del cáncer en tu cuerpo.


(dov) - Esperanza, 18 de julio de 2009

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